LA PSICOMOTRICIDAD Y EL DISPOSITIVO INTERDISCIPLINARIO

LA PSICOMOTRICIDAD Y EL DISPOSITIVO INTERDISCIPLINARIO

Psm./Mst. Caudia Sykuler

y Psm. Betina Frid

 

Para hablar del abordaje psicomotor dentro de un dispositivo interdisciplinario es importante, antes que nada, dar cuenta del modo en que el sujeto construye la noción de  cuerpo.

  • ¿Qué nos dice sobre su cuerpo un sujeto que llega a tratamiento psicomotor?
  • Cuando hablamos de cuerpo, ¿a qué cuerpo nos referimos?
  • ¿Que cuerpo nos representamos?

El concepto de cuerpo fue investigado y estudiado por diferentes disciplinas a través de la historia, y hasta la actualidad. Diferentes cuerpos conceptuales surgen para dar respuesta a estos interrogantes sobre el cuerpo y el alma, el cuerpo y las emociones, el cuerpo y el sujeto. Las múltiples articulaciones conceptuales entre estos cuerpos teóricos dieron lugar a una significación diferente del sujeto y de la relación con su cuerpo.

David Le Bretón sostiene que “las concepciones del cuerpo son tributarias de las concepciones de persona”. El cuerpo –agrega- “es una concepción simbólica, no una realidad en sí misma”.
La Dra. Denisse Najmanovich sostiene que “el cuerpo se gesta en la biología, se forja en el intercambio con el otro, y crece en un mundo de sentido”.
Para Sami Ali, “el cuerpo cumple una función de síntesis, y su poder de proyección va a marcar los momentos más relevantes”.

Las distintas concepciones del cuerpo que el hombre fue construyendo en este recorrido histórico, lo van enmarcando como cuerpo discursivo y simbólico. El hombre en y con su cuerpo se encarga de representar la experiencia del mundo en los niveles conciente, pre-conciente e inconciente.
En este contexto, podríamos afirmar que la psicomotricidad existe desde que el hombre habla, porque a partir de ese momento hablará de su cuerpo. El cuerpo deja de ser pura carne para pasar a ser un cuerpo hablado.

Para poder apropiarse de su cuerpo, el niño, desde muy pequeño, tendrá que realizar numerosas conquistas en relación con el espacio, con el tiempo, con los otros, con sus movimientos, con su postura. Las interferencias en este arduo recorrido, constituyen el campo específico de intervención clínica de la psicomotricidad. El síntoma psicomotor (inestabilidad, inhibición, torpeza) es el que va a marcar la falla  en el pasaje del cuerpo como órgano al cuerpo comoinstrumento psicomotor de un sujeto.

Cuando el sujeto puede tomar su cuerpo como instrumento para hablar de él, nombrarlo, nombrar sus partes, es porque él ya no lo es. El sujeto podrá  tomar la palabra en relación a su cuerpo porque se ha distanciado de él, porque ha logrado adueñarse del mismo, y no serlo.  Al respecto, dice Bergés: “El síntoma psicomotor no tiene nada que ver con el síntoma  motor y, en todo caso, depende del lenguaje”

  • “F” es  un niño de 5 años con un diagnóstico de para paresia espástica. Desde muy pequeño fue el déficit orgánico el que lo nombró. Su mamá hacía reuniones en el jardín para que las otras mamás supieran quién era “F”, que tenía esa “pierna durita”. Las sesiones de kinesiología no lograban mejorar la pierna. “F” llega a psicomotricidad con una importante inhibición psicomotriz. Comenzamos a trabajar sobre el lugar de “F”, el lugar de su cuerpo, posturas, cómo podía él arreglarse en, y con, su cuerpo. Es decir, trabajamos desde la terapia psicomotriz el duelo de la función perdida. Ya en las últimas sesiones salimos a pasear y “F” dice agitado: “Escuchá mi cuerpo como respira”… “Vamos mas despacio que me duele la cadera”.

Ya antes de nacer el niño es hablado, nombrado, ubicado en una cadena de filiación que lo precede. Hay una historia que lo recibe. Las producciones corporales del niño van determinando una serie de imágenes en la familia que se vinculan a la constitución del niño como sujeto, sujetado al deseo de los padres. Es, en este sentido, que el cuerpo se constituye en la relación con el otro, “recibe, lleva las huellas, la estampilla el sello, está marcado con sus blasones, hace ver el chirlo, los tatuajes y la nobleza de su historia (Bergés).”

En todos los intercambios que se producen dentro del complejo proceso de crecimiento y desarrollo, el niño realiza la experiencia en, y con, su cuerpo.
La madre pone palabras al cuerpo y su funcionamiento. En estos intercambios posturales, sensoriales, tónicos, que se gestan en esta relación asimétrica, el agente materno le oferta al niño un funcionamiento. Le da y también le pide. La oferta introduce una demanda: que el niño la desborde con su funcionamiento, que vaya más allá.
El niño va ligando, articulando las acciones, las palabras e imágenes que le donan, y se apropia del funcionamiento de su cuerpo. Esta experiencia psicomotriz implica para el niño acceder a lo propio, a la escucha de lo que allí acontece, charlar con su cuerpo pero separado del cuerpo del otro.

Como vemos, y para responder a la pregunta sobre la construcción de la noción de cuerpo en el sujeto, la primera imagen que el niño construye de su cuerpo no es la propia sino la del otro. Es a partir del otro materno que lo constituye, que el niño ingresa a la cultura. Desde el origen se establece la diferencia entre ese cuerpo que está en el otro, y su propio cuerpo. Esa imagen exterior a él le da la sensación de unidad que contrasta con la falta de coordinacion motora que tiene en el origen.
La madre le pide desde su deseo que se pare, que camine, aún cuando él no está preparado.

Desde este punto de vista consideramos al desarrollo psicomotor como desarmónico.  Desarmonia que se instala entre el niño y su madre. Entre los ritmos biológicos del niño y los del mundo externo (otros) .En el sentido que no coincide, no se ajusta totalmente al ideal, a una única manera de responder a él.
Aquí se instala la singularidad que determinará el desarrollo psicomotor, singularidad que rompe con la correspondencia directa entre el sujeto y la patología.

¿Es posible entonces pensar al sujeto y su cuerpo desde una única disciplina?  
Esta desarmonía que se instala rompe con la ilusión de supuesta  armonía preestablecida en el desarrollo psicomotor del sujeto.
Cada sujeto que llega a tratamiento psicomotor nos plantea un interrogante, un saber a construir.
La imposibilidad de la captura total del objeto (cuerpo) nos convoca al armado de un dispositivo particular y singular. La interdisciplina es efecto de este saber a construir, de la falta irreductible del terapeuta.
La presencia de un equipo interdisciplinario implica una posición frente a esta falta (y no solo una intervención posible) que nos orientara en la dirección de la cura.
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La interdisciplina surgirá entonces  de los obstáculos mismos de la clínica y nos convocará a reubicar a cada paso las preguntas en una dirección que atienda a la relación entre el síntoma y la posición del niño y su familia, y no a la reducción del mismo.

Habiendo ubicado el modo en que el sujeto construye la noción de cuerpo y el porque del dispositivo interdisciplinario  nos gustaría finalizar con una frase sobre el objeto de la psicomotricidad:

”El objeto de la psicomotricidad lo constituye el cuerpo como expresión de la historia personal del niño, de sus modos de relación, de sus estructuras de integración y de sus modalidades de de acción”.

Psm./Mst. Caudia Sykuler
y Psm. Betina Frid

 
Bibliografía

  • Bergés, Jean. Diagnostico y terapia en psicomotricidad.
  • Cuaderno de Terapia Psicomotriz, número especial de la Sociedad Internacional de Terapia Psicomotriz, Bs As 1974.
  • Le Bretón, David. Antropología del cuerpo y modernidad. Nueva Visión. Bs. As.2002.
  • Sami Ali, M. Cuerpo real, cuerpo imaginario. Paidos. Bs. As. 1992.