INTERVENCIONES CLÍNICAS POSIBLES

Jornada Anual 2003: “Interrogantes y obstáculos en la clínica actual”
Fundación CISAM. 2003
Panel: “Dispositivo Psicoanalítico Interdisciplinario”

INTERVENCIONES CLÍNICAS POSIBLES
 

Graciela Bernztein

 

“Según la mitología griega, Esculapio había llevado la medicina al extremo de ser capaz no sólo de curar sino también de revivir a los muertos. Esto lo enfrentó al poder. A Zeus no le gustó perder protagonismo. Así fue que Esculapio se vio obligado a dividir su legado entre sus dos hijas: Panacea e Higea.

La primera fue docta en el manejo de las técnicas y las drogas, insaciable en sus pretensiones económicas y cada vez más hábil en producir vida artificialmente. Mientras que Higea, se convirtió en mensajera del orden natural, partidaria de vivir en armonía para conservar la salud y ferviente defensora de los cambios sociales, culturales, económicos y políticos para mejorar la salud individual y colectiva.

Panacea consiguió un poderoso padrino: el Mercado, que la colmó de regalos, pastillas, aparatos, novedosos diagnósticos y costosas terapias. Higea no tuvo tanta suerte. Su padrino natural, el Estado, se vio cada vez más debilitado. Pero en compensación su madrina, la Comunidad, asistió a Higea en el despliegue de sus labores.

Así Higea aprendió a curar con organización, con tecnología simple y de bajo costo. Sabe que la salud resulta de las relaciones y condiciones sociales, de la distribución de la educación y de los recursos económicos.”

 

La clínica nos enfrenta a innumerables interrogantes. No es mi intención cerrar preguntas, sino recorrerlas a fin de reformularlas de modo tal de correr la fijeza que marcan ciertas cuestiones institucionales.

 

¿Qué significa armar un dispositivo?

Lacan nos enseña que la estructura institucional no es otra que la del discurso, dado que èste instituye todas las formaciones humanas. Es decir que el discurso es el aparato constituyente del lazo social como tal.

. Un dispositivo que se oriente con el psicoanálisis, debe distribuir un cierto arreglo que permita la instalación de un sujeto y su relación al deseo y al goce. Armar un dispositivo tendría como función que se alojen los efectos subjetivos de los cuerpos en tanto vivientes atendiendo al modo particular en que se presenta cada situación. En definitiva, la creación de un dispositivo es responsable de la producción misma de los efectos subjetivos.

La admisión se vuelve un momento crucial si lo que vale para todos puede dar paso a la entrada de un dispositivo que otorgue un modo de salida del anonimato. En lugar de la aplicación de la fijeza previa de la norma sobre una persona ideal, se trata de la singularidad de cada caso. Tramitación necesaria para abrir a la dimensión de la singularidad, dándole chance a la palabra.

Las distintas disciplinas se ubican como lugares posibles en la dirección de la cura, rehabilitación, educación, MT, TO, etc; pero aún así no se trata de un enfoque multidisciplinario, es decir yuxtaponer áreas de conocimiento sin que haya una relación ni se evidencien modificaciones en las disciplinas involucradas.

Es la interdisciplina el marco que permite un enriquecimiento mutuo y transformador, un lugar para la diferencia, la apuesta al trabajo en equipo con una única dirección de la cura, desde la problemática planteada, es decir desde la singularidad de cada caso y no desde las disciplinas dadas, saliendo del aislacionismo vigente, sin saberes absolutos. Poder trabajar en la interdisciplina, respetando la especificidad de cada discurso, situando los límites y alcances de cada uno de ellos, “no confundir los campos, ni los reales en juego y no creer que es posible sustituir un discurso por otro” (A. Rubinstein)

 

Qué es posible transmitir sino una posición?.

Se acciona desde un marco conceptual que tal vez permita pensar ciertas cuestiones preliminares a un abordaje clínico.

La medicación psicofarmacológica, no es curativa. A diferencia de lo que ocurre en otras áreas médicas, no apunta a una entidad nosológica, no se medican diagnósticos, sino cierta presentación de los síntomas, o cierto momento de extrema dificultad en un proceso terapéutico, que requiera de este tipo de intervención, en tanto apertura de una obturación por articularse a una práctica que juega un constante entrecruzamiento que excede a la especificidad de un campo de saber determinado, en la medida que dicha intervención permita convertir el padecimiento en síntoma y como tal hacer pregunta; se trata de posibilitar el trabajo con el síntoma.

Es desde esta posición que se podría reformular el lugar médico incluído en un dispositivo de una dirección de la cura determinado. No obturando vía el saber, sino como articulador posible de una pregunta que se re-lanza a otros espacios, un espacio en el que el padecimiento no quede aislado, sino que se le de la oportunidad de ser significativo a su vez de las estructuras que la determinan. Para ello es necesario ubicar un dispositivo.

Freud, en “Consejos al médico”: “Corremos el riesgo de no descubrir jamás sino lo que ya sabemos”.Y plantea una ética, si bien el analista no puede saber lo que dice, debe saber lo que hace. Esto es saber que no sabe.

Lacan: “El analista es menos libre en su estrategia que en su táctica. Es menos libre todavía en aquello que denomina estrategia y táctica, a saber su política, en la cual haría mejor ubicarse por su falta de ser que por su ser.

Esta falta de libertad que hace a la política del psicoanálisis nos compromete a plantearnos cuestiones preliminares. Lo otro nos condena al dogmatismo.”

Nuestros prejuicios: no hay La clínica, sino el caso por caso.

Se articulan y divergen el discurso médico y psicoanalítico. El médico en su rol está obligado a hacerse cargo de lo imposible. Desde el discurso médico se espera que surja un diagnóstico, tratamiento y cura esenciales que calme la angustia tanto de pacientes, familiares y otros profesionales. Durante largo tiempo la relación del psicoanálisis con el medicamento se situó como una relación de exterioridad. Qué lugar ocupa actualmente el medicamento?. Está omnipresente en nuestro campo. Trastoca la clínica. Define ideales de eficacia, transforma a las instituciones médicas, triunfa sobre la tradición y los significantes amo. Es objeto de demandas neuróticas, de exigencias psicóticas y de usos perversos. Es objeto de persecución y de rechazo. Se instala, se extiende, está especialmente como en su casa en nuestro campo.

Michael Balint, médico inspirado en la demanda histérica, se vivió a sí mismo como medicamento reparador, es el psicoanalista quien se prescribe a sí mismo.

Para Freud el medicamento se presentó de manera inseparable de su envés, la sustancia tóxica. Recordemos la relación de Freud con la cocaína, su acostumbramiento, ¿ No es esta su primera percepción del más allá del principio del placer?

En el Ferdra, el dios Thamous se dirige a Thoth, el inventor de la escritura. Este remedio,” dispensando al hombre de ejercer su memoria, producirá el olvido, buscarán afuera en los caracteres extranjeros y no dentro y gracias a sí mismos el medio de volver a recordar (…) no es para la memoria, es más bien para el procedimiento de volver a recordar que has encontrado un remedio”.

Farmakon designa en el mismo término el remedio y el mal.

En el discurso psicoanalítico el síntoma es el punto de partida de una demanda y la angustia el punto de emergencia del deseo. Es el lugar ético del médico situarse a partir de la demanda. Esta dimensión ética que acompaña necesariamente al medicamento, se dirige al sujeto. El medicamento está extraído del lenguaje por la ciencia pero es el sujeto quien lo reintroduce en la estructura. El sujeto del medicamento, aquel que lo acompaña como su propia sombra, efectúa la reinscripción del medicamento en las categorías del dicho. No es un amo, es uno de los significantes amo de nuestra civilización. (E. Laurent, ¿Cómo tragarse la píldora?)

Convenir no tapar la boca sino posibilitar emerger la palabra, que entre en el campo discursivo, sacándola del campo de la actuación permanente, para lo cual es necesario hablar desde un contexto socio político institucional desmistificado.

Por otro lado quisiera plantear la particularidad de la administración de psicofármacos en la infancia que pasa por la singularidad clínica de aplicarse a un sujeto en evolución, transformación, maduración.

Por lo tanto el potencial beneficio al indicar una droga debe justificar plenamente los riesgos concomitantes en su administración. No se puede prescribir un psicofármaco sin conocer sus mecanismos de acción, su farmacocinética, las pruebas de su eficacia, los efectos secundarios, las interacciones con otras drogas, los efectos de supresión, los riesgos de su toxicidad y los de su dependencia.

El cambio que puede esperarse con la medicación es del orden de lo cuantitativo, sobre lo que en psicoanálisis se entiende como vertiente económica, y no cualitativo. Esto último tiene que ver con las representaciones que refiere el sujeto y el trabajo analítico.

La medicación deja de ser un acto terapéutico cuando obtura la palabra y el juego e impide simbolizar al sujeto. Aún la palabra del paciente psicótico que está fuera de discurso pero dentro del lenguaje, pensando el discurso como lazo social.

En este sentido es posible tomar posición: lejos del furor curando y sabiendo bien que no hay ninguna restitutio ad integrum a esperar, hablamos de esrtabilización de la metáfora deliranteel delirio como restitutivo del sujeto.

Dice R Barthes:” Toda lengua es fascista, no tanto por lo que impide decir, sino por lo que obliga a decir de una única e inútil manera”

. La ciencia se ha encargado de borrar toda subjetividad .y es a partir de las distintas situaciones clínicas dónde cuestionar el saber médico, que se impone como un saber absoluto, es decir como un Ideal, como modelo de exclusión que es necesario desmontar. Lo que va en contra del Ideal es la instalación de lo particular, que descomplete el Ideal e instale la falta.